El asma es la enfermedad crónica más frecuente de la infancia. El diagnóstico suele ser fácil cuando se producen episodios de disnea espiratoria con sibilancias reversibles de forma espontánea o mediante el uso de broncodilatadores. Las radiografías de tórax, la exploración funcional respiratoria y el estudio alérgico constituyen el aspecto fundamental de las pruebas complementarias necesarias. El tratamiento de la crisis consiste en el uso de β2-adrenérgicos inhalados y, si es necesario, corticoides orales. El tratamiento de fondo tiene como objetivo limitar al máximo los síntomas y restaurar o mantener las funciones pulmonares normales. Se debe adaptar a la gravedad y al control de la enfermedad y los corticoides inhalados tienen un papel de elección.